La tarde perfumada estaba por las flores del jardín, ella siempre había preferido disfrutarlas allí afuera en el campo a verlas morir poco a poco en un jarrón lejos de la luz del sol. Cada tarde en casi como un ritual junto a su balcón, salia a respirar la fragancia que éstas alegremente les regalaban como agradeciendo los cuidados que ella con dedicación les mostrara al dejarlas vivir libremente hasta naturalmente extinguirse en el jardín...
Priscila Alcívar