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Amores Contrariados

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Mauricio, México. Me encanta leer, escribir, adicto al café y a las palabras. Literatura, Música, Libros. Sígueme en https://twitter.com/Mauriciotrejol?s=09
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MANDÍLA LA SEMILLA

Hace mucho tiempo cuando la vida bailaba entre la magia y la ilusión y el mundo apenas comenzaba a formarse, con sus enormes montañas y praderas verdes, los animales expresaban su sentir con canciones y agradecían los rayos del sol y las virtudes del agua, cada uno de esos seres vivos que comenzaron a habitar la tierra y todas las plantas, árboles y arbustos tomaban su lugar en el ciclo de aquel mundo, decidiendo sus funciones en la tierra. Pero justo en esa época llegó a  la vida un pequeño ser, nacido del primer árbol y el más sabio de los alrededores que se levantaba sobre la tierra, se trataba de una diminuta semilla que soñaba con ser algo más, ni un árbol o arbusto, ni siquiera una flor, quería correr y brincar, volar si se le permitía, nadar entre las aguas y cantar como las sirenas, estaba llena de sueños e ilusiones y quería crecer rápidamente para poder recorrer el mundo que apenas se estaba creando.

Un día la pequeña semilla le preguntó a su padre…

—¿Cuándo me saldrán las plumas y de dónde nacerá mi cola, dime padre podré ser algún día como aquellos pequeños elfos que trabajan todo el día en las colinas? —¿O seré una de esas aves que recorren el cielo llevando a las demás semillas a tierras lejanas?, ¿Cuándo mis brazos y piernas crezcan cuál será mi trabajo padre?

Su padre antes de depositarla en su madre la tierra le dijo.

Te explicaré algo muy importante, nosotros no tenemos cola, ni plumas, tampoco somos parecidos a los elfos, nos aferramos a la tierra y aprendemos de las hadas que nos protegen y nuestra labor es ver pasar el tiempo y aprender de él para poder aconsejar a aquellas almas que vienen por nuestra sabia opinión, nosotros no volamos, somos el hogar y refugio de las aves, no cantamos como las sirenas pero silbamos al roce del viento, nuestro deber en el nuevo mundo es otro.

La semilla se quedó triste y pensativa, y no tuvo otra opción más que ocultarse en la tierra dónde la había depositado su padre y lloró en silencio la muerte de sus anhelos mientras comenzaban a crecer sus ramas y raíces.

Todo aquello que había pensado mientras crecía oculta en la tierra la hizo darse cuenta que su destino no estaba decidido sólo porque así le habían dicho que tenía que ser, así que cuando entendió que podía ser más independiente con sus ramas cortas pero fuertes y sus raíces crecidas, decidió escapar de la tierra y caminar en busca de su propio destino, estaba decidida a ser todo aquello que anhelaba cuando su padre le dio la vida.

Con sus dos ramitas que usaba como manos y brazos comenzó a buscar la salida al mundo y se impulsaba con sus raíces para salir de su hogar, hasta que logró por fin desprenderse de la tierra y ponerse de pie, no era un árbol bien formado, en realidad apenas daba la imagen de ser un pequeñito tronco con dos ramas y sus pocas raíces apenas parecían pies, su rostro apenas comenzaba a formarse y los rastros de ser una semilla todavía adornaban su cabeza con una pequeña hoja verde entre sus ojos, y su nariz era algo parecido a una rama que comenzaba a formarse.

Una vez fuera de la tierra se sacudió para quitarse de encima todo rastro de tierra y su cuerpo color café claro salió a la luz, para después voltear entusiasmada a ver a su alrededor, ahí todo era diferente a donde vivía, conoció la luz y esos rayos de sol que la alimentaron mientras la tierra la cobijaba, sintió el aire recorrer su cuerpo y pudo escuchar y ver de cerca a aquellas aves que iban y venían y gozaban de tener plumaje como ella quería de pequeña.

Contenta, decidió dar sus primeros pasos para conocer aquella maravilla que se estaba creando y creciendo junto con ella, caminó y caminó por una pradera verde y conoció a los elfos que sentados en el pasto daban forma a sus instrumentos musicales para cantarle a la vida. La semilla quería evitar que la vieran y apresuró el paso y se dio cuenta entonces que podía correr y así se fue hasta llegar al río donde las sirenas nadaban y pudo notar que su padre tenía razón al decirle que eran diferentes a los elfos o las sirenas, pero al mirar su reflejo en el agua se sintió cómoda con lo que vio que era, en tan pocos minutos se había conocido a sí misma y supo que si era capaz de llegar de la tierra a la pradera y correr al río podía llegar mucho más lejos.  

Así que retomó su camino después de ver a las sirenas saltar sobre el agua, cruzó el río dejándose llevar por la corriente y al llegar a la otra orilla se volvió a sacudir para echar a correr y perderse en el bosque, ahí conoció a varios animales dichosos de gozar de la vida, las ardillas muy amables le enseñaron el camino correcto para pasar por el bosque que estaba lleno de seres como ella pero mucho más grandes y fuertes. Cuando dejó atrás los árboles una pregunta la hizo detenerse a pensar.

—¿Qué es lo que realmente quiero ser?

Se preguntó a sí misma y se dio tiempo para descansar en el pasto y mirar al cielo mientras decidía y pensaba que le gustaría ser. Se pensaba entonces que había abandonado su lugar en la tierra y no podía volver a tratar de ser un árbol y que además esa idea a ella ni siquiera le llamaba la atención desde que su padre la depositó en su madre la tierra, se dio cuenta que carecía de plumas como las aves que vio y que tampoco podría ser un elfo o una sirena, una nube, tal vez, pero mirando al cielo vio que tampoco tenía forma de nube y que un pedazo de cielo no se asemejaba a ella tampoco.

Después de tanto pensarlo recordó que su mundo apenas estaba formándose y todos los seres vivos que lo estaban habitando todavía se encontraban decidiendo el papel y la función que cada uno tendría en aquel nuevo mundo, así que ella en realidad no tenía un rol decidido pues había renunciado al de ser un árbol y como no podía ser todo lo que ella deseaba ser, pensó que quizás podría ser una nueva especie más en su mundo, después de todo tenía muchas ganas de hacer algo productivo en la tierra.

La pequeña se levantó del pasto y decidida regresó a su lugar de origen para hablar con los árboles más sabios y con su padre que era parte de ese grupo de mentores y proponerles que la dejaran ser una nueva especie.

Mientras regresaba se ocupaba de repasar por su mente las palabras que iba a decir al momento de estar frente a los sabios, decidió que podía hacer para la tierra y cuáles serían sus labores si le permitían ser independiente, como no había avanzado mucho después de haber dejado la porción de tierra que le había brindado su padre, no tardó mucho en llegar y en ponerse en contacto con sus creadores.

Una vez frente a los árboles y su padre, hizo su petición.

Cuando decidieron que sería una semilla y que me convertiría en uno de ustedes, debo confesar que me pareció una idea tonta puesto que yo tenía otros planes para mí, yo quería volar por los cielos o nadar en las aguas y encargarme de las plantas y de cantarle a la vida con instrumentos hechos con mis propias manos, recorrer este nuevo mundo para ayudar a otros y poner mi granito de arena para que se mantenga siempre verde.

Uno de los árboles el más sabio de todos le preguntó.

—¿Qué tratas de decirnos con tus palabras pequeña semilla sin forma?

Ella contestó, extrañada de que le llamaran semilla sin forma y con muchos anhelos de ser algo más que eso.

Quiero ser algo más que un árbol, no quiero mantenerme estática en la tierra y ver el tiempo pasar frente a mí mientras todo cambia ante mis ojos, quiero ser parte de eso, moverme, brincar y correr, conocer todo este mundo que estamos creando y crear también para mejorar siempre.

Su padre apenado ante sus colegas y molesto por la rebeldía de su pequeña semilla silbó al ritmo del viento y pronunció las siguientes palabras.

Hija mía, ¿nos estás diciendo que no quieres ser cómo nosotros y qué quieres libertad de decidir ser algo aparte de tus creadores?

Otro sabio entonó…

—¿Pretendes ser otra especie en la nueva era?

Intimidada por el poder de la voz de los sabios, pero decidida, se paró lo más firme que sus raíces le permitían y confesó su plan.

Eso quiero que a partir de mi pequeño tronco y de mis ramas y raíces que me sirven como pies y de mi hoja verde y tierna surjan otros a mi semejanza para que seamos una nueva especie y tengamos nuestra propia labor en la vida, con la libertad de movernos a donde queramos y se nos necesite, tengo muchas cualidades, entre ellas las ganas de existir y de vivir por el bien de todos, mi tamaño es pequeño lo sé, pero me hace ágil y veloz y puedo flotar sobre el agua sin ningún problema, así puedo cumplir mi sueño de nadar aunque no con la misma elegancia que las sirenas pero puedo usar el agua como herramienta si así lo requiero, el mundo apenas se está creando y sus habitantes aún no deciden del todo que tiene que hacer cada uno, yo les pido una tarea para mí y mis semejantes, no es tarde para que ustedes decidan crear una nueva especie más para este mundo.

Fue así como sus palabras y razones convencieron a los sabios de darle una oportunidad y le pidieron que los dejara solos por unos minutos para decidir qué hacer con ella, su padre la tomó entre sus grandes ramas y la dejó en las rocas de la cascada que los adornaba, diciéndole que conociera un poco más de su entrono mientras decidían, ella gustosa obedeció y fue así como conoció a las rocas y sus diversos tamaños.

La junta de los sabios duró poco tiempo y las opiniones eran encontradas, unos estaban de acuerdo en dejarla ser algo más y otros decían que su rebeldía podía causar problemas, fue entonces que su padre habló a su favor diciendo que si bien era cierto que había resultado ser una semilla rebelde, tenía los bríos para salir adelante, durante su corto tiempo sobre la tierra los árboles no habían conocido a ninguna semilla capaz de abrirse paso entre la tierra para salir y buscar su propio destino, su tenacidad era importante para la sobrevivencia de su nuevo mundo y si la dejaban ser y existir como ser independiente sabría guiar bien a los suyos dados sus antecedentes de superación y su capacidad de pensar y no aceptar lo que se le impone.

Entonces de esa manera y gracias a su padre el destino de la semilla sin forma se escribió en el libro de especies del mundo y fue llamada para darle a conocer sus labores.

Semilla sin forma, a partir de ahora serás algo más, estás destinada a ir por el mundo, correr, brincar y flotar sobre el agua si así lo deseas, hemos decidido que nosotros no podemos llevar nuestras semillas por tierras lejanas y tú y tus semejantes serán los encargados de cruzar montañas, desiertos y mares llevando a los de nuestra especie a habitar a otros lugares y así expandirnos y les daremos el poder de sanación si las semillas así lo requieren y mueren en el camino a su destino.

Y su padre le dijo.

Así, tu especie será parte del mundo de las hadas, duendes y elfos como lo deseabas y serán conocidos como Los Mandílos, pequeños troncos con ramas como brazos y raíces como pies, los llevadores de vida a otros bosques.

Contenta la Mandíla nueva en el mundo, aceptó su labor y la libertad de vagar por el mundo, ahora era parte del mundo de las hadas y una nueva especie en el libro de la vida.

Los árboles sabios y poderosos dejaron caer sobre ella sus hojas y sus semillas para brindarle autonomía y dejarla ir de su familia, fue en ese momento que a partir de ella surgieron varios a su semejanza y comenzaron con el trabajo de llevar semillas de árbol por tierras lejanas, corriendo y brincando se alejaron del lugar junto con su creadora para cumplir como todos los demás habitantes del mundo con su tarea.

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