(via virginiagarm)
Hasta entonces no se había enamorado de sus amantes; algo en él lo llevaba a tomarlas demasiado pronto como para crear el aura, la necesaria zona de misterio y de deseo, para organizar la cacería mental que alguna vez podría llamarse amor. Con Valentina había sido igual, pero en los días de separación, en esos últimos atardeceres de Roma y el viaje a Florencia, algo diferente había estallado en Adriano. Sin sorpresa, sin humildad, casi sin maravilla, la vio surgir en la penumbra dorada de Orsanmichele, brotando del tabernáculo de Orcagna como si una de las innumerables figurillas de piedra se desgajara del monumento para venir a su encuentro. Quizá sólo entonces comprendió que estaba enamorándose de ella. O quizá después, en el hotel, cuando Valentina había llorado abrazada a él, sin darle razones, dejándose ir como una niña que se abandona a una necesidad largamente contenida y encuentra un alivio mezclado con vergüenza, con reprobación.
En lo inmediato y exterior Valentina lloraba por lo precario del encuentro. Adriano seguiría su camino unos días más tarde; no volverían a encontrarse porque el episodio entraba en un vulgar calendario de vacaciones, un marco de hoteles y cócteles y frases rituales. Sólo los cuerpos saldrían saciados, como siempre, por un rato tendrían la plenitud del perro que termina de mascar y se tira al sol con un gruñido de contento. En sí el encuentro era perfecto, cuerpos hechos para apretarse, enlazarse, retardar o provocar la delicia. Pero cuando miraba a Adriano sentado al borde de la cama (y él la miraba con su boca de labios gruesos) Valentina sentía que el rito acababa de cumplirse sin un contenido real, que los instrumentos de la pasión estaban huecos, que el espíritu no los habitaba. Todo eso le había sido llevadero e incluso favorable en otros lances de la hora, y sin embargo esta vez hubiera querido retener a Adriano, demorar el momento de vestirse y salir, esos gestos que de alguna manera anunciaban ya una despedida.
La barca - Julio Cortázar
Pañuelos; Historia de Cronopios y de Famas / Julio Cortázar (via leohades)
La entrada en religión de Teodoro W. Adorno, Julio Cortázar. (via palidassombrasdenombresolvidados)
Julio Cortázar (via belle-indifference)
CASI NADIE VA A SACARLO DE SUS CASILLAS
El caballo relincha, el perro ladra, la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos, la sopa, la conciencia, el alcaucil, después del dos el tres, después del hoy, mañana, casi nadie lo sacará de sus casillas. Casi nadie ni nada, porque ¿cómo tomar en serio esos latidos en que el sueño es acceso, esas miradas de insoportable lucidez en un tranvía, eso que ahora dice: Huye, pero al final, al fin y al cabo, no era más que un gajo de naranja reventado en la boca? ¿Cómo tomar en serio que una puerta dé a la tristeza cuando el arquitecto la abre al pasillo, que unos senos dibujen paralelos sus jardines cuando es la hora de ir a la oficina? Imposible negar las evidencias dice el doctor y dice bien, inútil sacar de sus casillas al honesto almanaque, San Rulfo, Santa Tecla, San Fermín, la Asunción, el caballo relincha, el perro ladra, casi nadie le ofrece en una esquina un pedacito suelto de bicicleta o trompo, casi nunca es verano en pleno invierno por razones de estricta pulimentada lógica, hay que ser lo que se es o no ser nada, y nada lo sacará de sus casillas, nadie lo sacará, y si un caballo ladra no lo sabremos nunca, porque los caballos no ladran. Bastaría un apenas, un no quiero, para empezar de otra manera el día, hervir la radio con las papas y a cada chico darle un cocodrilo para que huela a miedo en las escuelas, sacar los muertos a que tomen aire, meter las mitras en la mayonesa, actividades subversivas, claro, pero otras cosas hay; fusiles corren por las picadas, Sudamérica crece en su selva hacia la aurora, de tanto arroz bañado en sangre nacerá otra manera de ser hombre. No cito más que apenas estas cosas, saco de sus casillas a unos cuantos que todavía creen en la poesía encasillada en su vocabulario lleno de compromisos con lo abstracto. La suma de los ángulos de un triángulo, los caballos no ladran, dice el doctor, y dice bien.
Julio Cortázar.
CASI NADIE VA A SACARLO DE SUS CASILLAS
El caballo relincha, el perro ladra, la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos, la sopa, la conciencia, el alcaucil, después del dos el tres, después del hoy, mañana, casi nadie lo sacará de sus casillas. Casi nadie ni nada, porque ¿cómo tomar en serio esos latidos en que el sueño es acceso, esas miradas de insoportable lucidez en un tranvía, eso que ahora dice: Huye, pero al final, al fin y al cabo, no era más que un gajo de naranja reventado en la boca? ¿Cómo tomar en serio que una puerta dé a la tristeza cuando el arquitecto la abre al pasillo, que unos senos dibujen paralelos sus jardines cuando es la hora de ir a la oficina? Imposible negar las evidencias dice el doctor y dice bien, inútil sacar de sus casillas al honesto almanaque, San Rulfo, Santa Tecla, San Fermín, la Asunción, el caballo relincha, el perro ladra, casi nadie le ofrece en una esquina un pedacito suelto de bicicleta o trompo, casi nunca es verano en pleno invierno por razones de estricta pulimentada lógica, hay que ser lo que se es o no ser nada, y nada lo sacará de sus casillas, nadie lo sacará, y si un caballo ladra no lo sabremos nunca, porque los caballos no ladran. Bastaría un apenas, un no quiero, para empezar de otra manera el día, hervir la radio con las papas y a cada chico darle un cocodrilo para que huela a miedo en las escuelas, sacar los muertos a que tomen aire, meter las mitras en la mayonesa, actividades subversivas, claro, pero otras cosas hay; fusiles corren por las picadas, Sudamérica crece en su selva hacia la aurora, de tanto arroz bañado en sangre nacerá otra manera de ser hombre. No cito más que apenas estas cosas, saco de sus casillas a unos cuantos que todavía creen en la poesía encasillada en su vocabulario lleno de compromisos con lo abstracto. La suma de los ángulos de un triángulo, los caballos no ladran, dice el doctor, y dice bien.
Julio Cortázar.
“Las armas secretas” - Julio Cortázar. (via viejaculturafrita)
“Las armas secretas” - Julio Cortázar. (via viejaculturafrita)
Rayuela, Julio Cortázar. (via viverapidomuereviejo)
Julio Cortázar, “Algunos Aspectos del Cuento” (via casa-de-citas)
Julio Cortázar, El Perseguidor (via casa-de-citas)
Julio Cortázar - Si he de vivir
Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento, la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia se alce la rama seca de la tos, ladrándome tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos se me peguen las sábanas, y nada me dé paz. No aprenderé por eso a quererte mejor, pero desalojado de la felicidad sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca. Esto creo entenderlo, pero me engaño: hará falta la escarcha del dintel para que el guarecido en el portal comprenda la luz del comedor, los manteles de leche, y el aroma del pan que pasa su morena mano por la hendija.
Tan lejos de ti como un ojo del otro, de esta asumida adversidad nacerá la mirada que por fin te merezca.
.- Julio Cortázar - Si he de vivir
Julio Cortázar, El Perseguidor (via casa-de-citas)
Julio Cortázar, El Perseguidor (via casa-de-citas)
Julio Cortázar - El Perseguidor (via inconfundiblefarsa)
Julio Cortázar - Tía explicada o no. (via hoja-latas)